Un mismo mundo, una visión diferente. Una crítica innecesaria.

viernes, 16 de julio de 2010

Zapatos


Lo segundo que más me molesta aparte de que el control remoto tenga las pilas al revés, es que se me pierdan los zapatos o zapatillas. Horas buscándolos, la Débora (mi mamá) me dice: "Ponte otras zapatillas". NO QUIERO OTRAS ZAPATILLAS por algo busco incesante ésas que no logro ubicar. Y empezamos a pensar donde están, donde fue el lugar en donde nos las quitamos y como no aparecen tenemos la obligación de culpar a alguien, fácil: hay duendes en la casa.
Doy vuelta todo, busco en todos lados incluso donde no debo buscar... La hora pasa y la situación se hace tensa y nada aparece... Es en ese instante cuando aparece una, pero uno no es cojo y tenemos dos piernas entonces sigue la cacería, queda una zapatilla que encontrar. Levantamos camas, colchones, closets, muebles, dentro de veladores, desarmamos la pieza de los hermanos, de los padres y aun así no hay nada. Entonces nos rendimos y cuando estamos sacando las otras zapatillas (esas que no combinan con la ropa que traes puesta) una idea loca abduce tu mente, "el sillón". Si, el sillón. En el desaparecen y aparecen millones de cosas: monedas, billetes, controles remoto, documentos importantes, encendedores... Es como un agujero negro de la perdición de objetos, entonces te preguntas: "si el sillón se come todo, quizás mis zapatillas también" y corres a ver y no encuentras nada y lloras... Pero te asomas debajo de él y allí está la que faltaba y después de decir un par de malas palabras te pones las zapatillas que querías y sales de casa todo bonito hasta que llegas al paradero de la micro y pasa un auto y te moja ya que la calle estaba llena de agua.